lunes, noviembre 19, 2007

¿QUES ES PARA UN ARGENTINO LA TRADICION?

Un pueblo sin tradición es un pueblo sin porvenir
Alberto Lleras Camargo

Desde el siglo XIX cuando los barcos europeos se apostaban en el puerto y torrentes de inmigrantes descendían para, más tarde, emprender una mezcla rara de culturas, a los argentinos se les dificultó diseñar una identidad, una cultura natural, una única tradición.
Porque esa mezcolanza de mestizos, italianos y españoles dio origen a múltiples facetas, que permitió al extranjero relacionarnos con el gaucho, pero también con el malevo, el guapo, el porteño que “las sabe lungas” o el “argento” engreído de los últimos tiempos.
Es que ser argentino es ser todo eso junto. Es el mate con tortas fritas el día de lluvia. La pasta de la abuela los domingos, para dejar espacio al Fútbol luego. Y si hablamos de tribunas hablamos de Clemente y enseguida nos asemejamos a Malfalda. Es Gardel y al mismo tiempo es folklore o cumbia. Es asado con ensalada pero acaso también es milanesa con puré.
Porque el “ser” argentino es algo difícil de expresar con un sólo termino. Presenta en sus genes una mixtura de virtudes y defectos contradictorios que imposibilitan una descripción exacta. Ahí tenemos, por ejemplo, a simple vista la Avenida 9 de Julio para presumir cuando comentamos que es la más ancha del mundo y a su vez para sufrirla un lunes por la mañana con su tráfico incorregible.
Así somos, discordantes. Cuando nos referimos a él (perdón, a Él con mayúscula) Pelusa, el Diego, un pasaporte abierto en cada país que asistimos, genio incomparable que se reinventa en cada instantánea de ése el mejor de todos los goles en un Mundial. Maradona, a secas, al verlo fuera de las canchas por un error, que nos avergüenza (cuando nos convertimos en el argentino hipócrita), que no merece perdón (cuando nos creemos juez y verdugo de todos) y que compadecimos (cuando aflora el argentino solidario).
Mezcla rara engloba ese “ser” nacional. Ese patriotismo que brota en situaciones tan diferentes como inesperadas. Aquel que nos aglomeró en la Plaza de Mayo cuando escuchamos el “si quieren venir que vengan, le daremos batalla” y el mismo que desaparece, apenado, con el “Nunca Mas” en los labios de un acongojado Sábato.
Porque estamos acostumbrados a tropezar con la misma piedra, es que somos un poco “todo terreno” y en cada lugar del mundo donde nos encontremos, siempre sabemos “zafar”. ¿Como no hacerlo? Si sabemos de Tablitas, de “déme dos”, de “descamisados” o Plan Austral. Si tuvimos hiperinflación, resecion, convertibilidad y corralito.
Es complejo identificarnos, porque somos demasiados variables. Somos un poco Martín Fierro y al unísono “Civilización y Barbarie”. Nos sentimos identificados con San Martín, Evita o el Che, pero reconocemos rasgos propios en Inodoro Pereyra, Isidoro Cañones o el inolvidable “No vamo´a trabajar” de Rodolfo Zapata.
Porque ser argentino es algo que la razón no entiende. Quizás por eso es tan complicado entender que festejamos este 10 de Noviembre cuando hablamos de “Tradición”. Porque tenemos mucho, de lo bueno y de lo malo. Porque descendemos de tantas culturas que no existe una sola costumbre. Porque como decía el periodista y escritor Raúl González Tuñón ‘ser argentino es una manera de ser universal’.