jueves, junio 14, 2007

BOCA, UN MUNDO APARTE

00:45 pm. (aprox.) hora de Argentina. El arbitro uruguayo Jorge Larrionda decretaba el final del partido de ida, por la final de la Copa Libertadores, entre Boca y Gremio. Los locales despachaban a los brasileros por 3 a 1. Mi corazón latía al ritmo de las hazañas de Juan Román Riquelme.
12:30 pm. Del otro día. Mi garganta se ponía roja en alabanzas hacia el 10, en cuanta oportunidad de comentar el partido tenia. Y la frase que catapulto este post estallo: “Riquelme será muy bueno pero en la Selección Nacional dejo mucho que desear”.

Los que argumentan esto no saben que Boca es mucho más que todo. Que no importa que pase con el vecino, con equipos Europeos o con el resto del continente. Escapa a cualquier cosa, a cualquier parámetro, incluyendo la Selección Argentina.

Cuando llega el Mundial de Básquetbol, las selecciones participantes se preguntan si los EEUU participaran con los mejores jugadores o si mandaran players de nivel medio.

Entonces un desprevenido pregunta: ¿Si tienen la mejor liga del mundo y por ende los mejores jugadores del mundo como van a renunciar un triunfo cantado en el certamen?

Respuesta: no les interesa el Mundial FIBA. Ellos tienen su propia Liga, su NBA, su mundial propio. No ven la gloria donde la ven otros.

Las razones pueden ser varias: egocentrismo, narcisismos, patriotismo exagerado, idiosincrasia o también nivel.

Un nivel que permite “menospreciar” (por ponerle un titulo) una instancia donde otros países ven la gloria. En criollo: comen jamón crudo y no les importa un sándwich de mortadela.

Puede parecer cruel, demagogo, fanfarronero, pero es así. Y eso pasa con Boca.

Ser bostero implica lo mismo que tener la NBA. No hace falta una selección. No necesitamos de un Mundial para rozar la gloria. Boca la genera por si sola. Tiene logros, identidad, hinchada, mística, personalidad propia.

Es como Nicolás Cage. No le hizo falta utilizar el apellido Coppola. Y Boca no necesita envolverse en los laureles de una Selección, los consigue por mérito propio.

Es por ello que no interesa lo que Riquelme haga cuando se calce la celeste y blanca. Porque tiene su propio templo y sus propios fieles. Porque importa lo que hace con la azul y amarilla. No necesita de la aprobación de un imparcial, del hincha de Independiente o de Platense. Riquelme tiene es Dios en Boca y con eso sobra.

Por eso, respondo aquí como lo hice a mi interlocutor, ese que prendió la mecha, deja que el resto de los clubes tengan a la Selección como vía para canalizar emociones, que se sientan propias (en reemplazo de lo que puedan hacer ellos mismo a nivel internacional, como el caso de River - vea con detalle la columna izquierda-) y que los Xeneises tengamos a la Argentina como un equipo mas.

Deja, también, que Riquelme brille sólo en Boca (aunque no sea cierto -ver parrafo 8-), porque eso importa mas que nada, porque Boca es Boca mas allá de todo.